Es de mañana y nos esperan en la agencia para comenzar la excursión al Salar.
Presiento que será una jornada especial y no me equivoco. El Salar cuenta con vistas hermosas, y más aún en época de lluvia que es cuando se refleja en el agua el paisaje. Ya en el camino al Salar se pueden vislumbrar llamas, vicuñas y ovejas que se alimentan de las aguas dulces que brotan de un abrevadero.
Una vez en el Salar no hay ruta y Pedro, nuestro chofer y guía, nos cuenta que las montañas son su punto de referencia; el volcán Tunupa se impone a lo lejos.
Una de las paradas es un pueblo llamado Colchani donde la gente se dedica a la extracción de sal, los hombres particularmente; mientras que las mujeres son artesanas.
Más de treinta islas forman parte del Salar pero sólo una está habitada, se trata de la Isla Incahuasi, conocida como la "Isla Pescado". La misma está a 3.600 metros sobre el nivel del mar.
Mientras recorrimos el lugar para sacarnos fotos, Pedro nos preparó unas costillas de llama, que por cierto, estuvieron riquísimas (para chuparse los dedos, y no exagero).
La visita al Salar es una experiencia única, no sólo me llevo los bellos paisajes sino también el recuerdo de la gente: nuestros compañeros de viaje y los habitantes de Uyuni.
Lorena Bernal.
